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Anne Bonny




Empieza mi cautiverio

31 Diciembre 2009


"Hoy es el primer día de mi cautiverio.

Me han obligado a abandonar el barco y me han dejado a mi suerte en este islote perdido de la mano de cualquier Dios. Estoy sola y sin comida. Afortunadamente conservo mi cuchillo y mi ánimo está intacto. Tengo esta libreta y un trozo de carboncillo para contar mi historia, espero que alguien encuentre mis botellas y las vaya leyendo. Qué los vientos me sean propicios."

Anne B.
Mi isla


Cena de fin de año en la Isla





"No me gusta el pescado pero aqui no hay donde elegir. Unas cajas de ron van a salvarme. Entre la tela del vestido se ha quedado enredado un pez, estaba muerto y me ha evitado el mal trago de tener que matarlo. Tengo un cuchillo y se como hacer fuego. Pescado guisado con el agua de un coco, no está mal. Tengo un plato de madera que debió llegar nadando cerca de mi y estaba varado en mi trozo de playa. Nunca pensé que mi última cena del año iba a ser así. Pescado. Abandonada en una isla. Creo que mañana me despertaré y habrá sido un sueño. Seguro. Me duermo ya."




Mi primera mañana de año nuevo




Los acantilados rocosos de mi isla
Los acantilados rocosos de mi isla


1o. Enero 2010


"He amanecido bien en la primera mañana del nuevo año que es también el primero en mi nuevo destino. Supongo que el frío o las incomodidades de dormir en el suelo me han regalado un enorme dolor de cabeza. Es curioso, esto no ha cambiado, sigo con este maldito dolor por las mañanas y no se si es por un mal sueño o por un buen sueño o simplemente no se debe a nada. He roto mi vestido para poder caminar mejor, he salido a conocer la zona más escarpada de la isla, la que está justo en las antípodas de mi playa de acogida. Imposible caminar por allá sobre todo para alguien que ha perdido los zapatos. Mañana tendré que pensar en positivo, en un lugar donde dormir y cobirjarme de las lluvias que adivino por las nubes que no tardarán en llegar. Mañana será otro día."




Día 2: Frutos verdes



Frutos verdes... imagino que comestibles



"Intuyo un gran sol por encima de la niebla que parece cubrir esta isla. Desde que llegué en la víspera del nuevo año 2010, estas nubes bajas me acompañan en cada amanecer, se retiran con el avance de la mañana y vuelven antes de que se vaya el sol. No me gusta.

No llevo ropa adecuada, me duelen los pies! y lo peor es que paso todo el día sentada en una roca mirando el horizonte con la ilusión de descubrir algún barco pasando (perdido sin duda) cerca de mi isla. He preparado ramas secas y pedernal para encender fuego. Desde mi atalaya, yo y mi posible fuego somos visibles desde los 4 puntos cardinales. Si llega el día estaremos preparados.

Ahora voy a desayunar, entre comillas claro está, me muero por una buena taza de café pero en su lugar tengo unos frutos verdes que espero que me alimenten y no me obliguen a pasar el día agachada detrás de los matorrales.

Vale, si, lo confieso, a pesar de saber que estoy sola en este islote, sigo guardando las maneras y comportándome de una forma medianamente respetable. Soy así. Lo tengo que intentar."

Anne




Día 3: Domingo de tormenta





La tormenta de hoy... toca esperar





"Me temo que hoy no va a salir el sol, en su lugar el viento huracanado y el frío van a ser mis compañeros en esta mañana la de mi tercer día en la isla.

Podría empezar a preocuparme pero he decidido no hacerlo y menos reflejarlo en éste, mi diario en la isla. En su lugar voy a pensar en lo que suele ocurrir tras una gran tormenta en el mar. Me siento y espero.

Se que mañana o pasado cuando todo este infierno de viento, agua y mar dejen paso al sol y a la calma, entonces llegará mi recompensa. Recorreré la playa para recolectar los frutos que las olas traerán hasta mi. Los restos de algún naufragio me darán vida. Necesito de todo por lo que cualquier objeto será bienvenido.

Voy a escribir mi carta de los deseos que espero que lleguen con la tormenta. Mientras tanto, sigo respirando."




Día 4: Amanece... que no es poco





Amanece... que no es poco





"Ha pasado el diluvio y lo que parecía imposible está aquí, el sol empieza a descubrirse tras las nubes, más allá de las copas de los árboles que habitan el centro de mi isla.

Mi refugio es tan endeble como una hoja flotando enmedio del océano. Llevo horas completamente mojada, el fuego se ha apagado y tiemblo tanto que no se si soy yo o la isla entera la que se mueve ritmicamente. La tos no me deja dormir. Esto va mal.

Esto no va mal del todo, podría haber sido mucho peor. Estoy viva y la isla sigue en pie. Amanece que no es poco.

Me quedo dormida en esta charca que soñaba con ser una guarida seca y segura. Mañana brillará el sol. Si. Tengo mucho trabajo por delante.

Nota: Construir una cabaña impermeable. Urgente !"




Día 5: Una cabaña





Un descubrimiento... la cabaña





"Hoy, mi 5o. día, ha sido un día de descubrimientos.

He descubierto que a pesar de todos los pesares, no se está mal en esta isla, es un sitio muy solitario, es verdad, pero encierra toda la belleza de muchos paraísos. Es como un margarita con pétalos prodigiosos, el mar, la playa sur, los acantilados de la cara norte, la vegetación, el riachuelo, los frutos verdes que no me han matado y que saben a melón…

Pero por si todas estas maravillas fueran insuficientes y mientras mis habilidades no se desarrollen algo más, he tenido la gran y enorme suerte de hacer un gran descubrimiento: Una Cabaña

Está vacía pero un día no lo estuvo. Hay huellas de un habitante anterior que salió dejando la puerta abierta, dejó restos de comida, cabos de velas, un viejo retrato y montones de rollos de papel sin una sola palabra escrita.

Esta noche dormiré sin miedo y por primera vez a cubierto.

Tengo velas, papel, un camastro digno de una princesa ciega y una enorme cantidad de tiempo."






Día 6: Y de repente... un gato





Apareció de la nada y será mi viernes



"La ventaja de las islas olvidadas y dejadas de la mano de Dios, es que ofrecen al naufrago abandonado a su suerte, mil y una posibilidades para jugar a los descubrimientos.

Y hoy me siento como testigo de un creador mudo que ha dado forma a esta isla, la ha modelado con su dedos vistiéndola de todo aquello que yo necesito. Poco a poco.

En seis días he vivido como una salvaje pero ya tengo los restos que me trajo la tormenta, una cabaña, más papel y desde esta mañana tengo un g-a-t-o.

Llegó mientras dormía y se sentó junto a la puerta. Al levantarme su maullido me ha sonado a gloria, una sinfonía sin cellos pero cargada de viejos recuerdos.

Ya

no

estoy

sola

Mi gato se llamará, como no, viernes."






Día 7: Un lugar para tomar un baño





Mi cascada... agua dulce para nadar



"A pesar de estar en una isla, a pesar de tener un inmenso mar rodeando mis días por los 4 puntos cardinales, a pesar de todos los pesares a mi me gusta nadar en agua dulce.

Y esta cascada redondea los contornos de mi nuevo paraíso, es el único salto de agua que he localizado, un lugar perfecto para dejarse caer y recuperar unos metros después la calma. El agua templada de una pequeña poza es mi destino final cuando los dedos se me empieza a arrugar.

Luego me seco al aire y me visto de nuevo con el único traje del que dispongo. Está sucio y lleno de jirones fruto de mis expediciones por terreno escarpado. Da igual. Por primera vez mi aspecto da exactamente lo mismo. Nadie me mira. Nadie.

Con los días mi pelo parece una pequeña selva amazónica. Los mechones se han convertido en lianas y el descontrol campa a sus anchas. No tengo un cepillo ni tampoco tijeras. Sólo un cuchillo.No. Me resisto."

Anne






Día 8: Mi primera botella empieza a nadar





Hoy he lanzado mi primera botella




"Ya he cumplido una semana, mi primera semana, y lo mejor de todo es que he sobrevivido.

Hace 7 días ni yo misma hubiera apostado un centavo, las posibilidades de adaptarme a esta isla eran tan escasas como mis ganas de volver al mundo exterior.

En tan solo una semana he aprendido a vestir como una mendiga, a llevar el pelo suelo y alborotado, a comer cuando hay comida y ayunar cuando toca. Tengo una casita que alguien abandonó y un gato con el que hablo sin parar. El río interior es mi balneario y el mar exterior un paraiso de olas y aguas de color turquesa.

Cada día sueño con ver un barco en el horizonte, con saber que podré salir de aquí. Todo llegará.

No tengo ninguna prisa. Ya no.

He lanzado mi primera botella. Bon voyage."






Día 9: Un regalo para mis pies




Un regalo para mis pies




"Para alguien como yo, acostumbrada a caminar con tacones, la libertad de andar con los pies desnudos es un placer dificilmente explicable.

Debo reconocer que, todavía necesito vendarme los pies para recorrer las zonas escarpadas o con piedras, mi piel es demasiado fina y cualquier rama o piedra afilada me abrasa como el filo de un cuchillo.

Pero más tarde, cuando camino por la playa de arena blanca, dejo que las suaves olas del atardecer me acaricien los pies y curen con su saliva salada los restos de mis batallas diarias.

He descubierto un fruto nuevo, verde y muy graso. Su sabor me desgarra la boca con un picor terrible, pero es el mejor bálsamo que jamás he probado para mi piel.

Hoy he regalado a mis pies un reposo envuelto en esa pócima. Ahora están suaves y las heridas casi son invisibles.

Ya no respiro por la nariz, hoy no, hoy al menos quiero tomar aire por mis nuevos pies."






Día 10: Empiezo a hechar de menos la música




¿Donde se ha escondido la música?




"Pasan los días, y la isla que sirve de escenario a mi cautiverio se descubre con sus mil oportunidades.

Todo es magia, quizás todo no, pero la gran mayoría de mis momentos aquí son como porciones de la vida en el jardín del Edén.

Mis retinas están saturadas de naturaleza salvaje. Mi nariz se desvanece cada día fruto de los mil aromas que me acompañan.

Oigo la música del mar en cada paseo por las playas, escucho su furia en los días de tormenta, pero hoy me he dado cuenta de que me faltan acordes que la isla no me está ofreciendo. Tal vez mi oido está dormido y saturado por los quejidos de mi estómago siempre hambriento.

Anoche soñé con un piano varado en la arena junto a las rocas. Un piano de cola solitario vestido con algas.

Sólo necesito partituras y todo el tiempo del mundo para aprender a tocarlo.

Anne… sin música"






Día 11: Descubro los restos de un barco




Los restos de un barco en la orilla Este de la isla




"Mi isla vive envuelta en la niebla la mayor parte de día.

Las horas de sol traen siempre consigo una capa de niebla que lo cubre todo y me impide ver que hay más allá de los contornos del islote. No me tapa el sol, sólo me aisla de lo que pasa fuera.

La verdad es que ésto no va a facilitar mi rescate, todo lo contrario. Estoy segura de que este lugar se halla fuera de las rutas marítimas. Creo que da igual que pase horas esperando a que levante esa capa de vapor, creo que al otro lado no hay ni habrá nada. Este retiro forzado no tiene fecha de caducidad…

Pero mi vida aquí se alimenta de descubrimientos que hacen que mis días se enriquezcan de una forma desmedida. Todo se magnifica porque las comparaciones no existen. Todo es grande, todo es nuevo, todo es ….

Hoy en la orilla Este, que no suelo visitar, he tenido una visión pero tan real como la piel reseca de mis manos. Un barco. Los restos de un barco que quedó varado en el arrecife.

Por su estado no hay duda de que lleva años allí pero…. ¿donde están sus tripulantes? ¿Quizás también en mi isla?

Tengo miedo. Esta noche he cerrado con cuerdas la puerta de mi cabaña."






Día 12: La voluntad y otros temas flotantes




balsa



” LA VOLUNTAD ES EL PRINCIPIO DEL EXITO”

"Hasta hace unas semanas mi vida se desarrollaba entre las cuatro paredes que conformaban mi salón de costura. Todas y cada una de las secuencias de mi día a día pasaban por este lugar. Días sobrios, vacíos y muertos.

Hoy, cuando cumplo los 12 amaneceres de mi cautiverio en esta isla, empiezo a darme cuenta de que no he perdido nada, no dejé nada allá afuera que me motive para intentar salir de aquí.

Por eso, esta mañana cuando me he despertado y he visto el reflejo mental de lo que he soñado, he intentado cerrar los ojos y hacer fuerza para olvidarlo. He soñado con una balsa. Pero no quiero irme.

He dibujado cuidadosamente lo que recordaba del sueño y debajo he escrito “ésta será mi balsa”. Después he plegado mi dibujo y lo he escondido en una gruta a salvo de la humedad.

Por ahora no lo voy a necesitar. Estoy bien aquí. De verdad."






Día 13: Fruto de las mareas... ya tengo botas




Mis nuevas botas


"Viviendo en un lugar como éste no se puede ser muy exigente, ya dejé los remilgos enterrados bajo una roca y ahora disfruto las cosas tal y como llegan. Todo lo que el mar me trae es siempre bienvenido.

La mujer tiquismiquis, mi yo antes de llegar a la isla, núnca hubiera caminado descalza ni se hubiera puesto unos zapatos sin tacón.

La mujer que soy ahora lleva los pies negros, las plantas llenas de heridas, y sueña con unos zapatos que puedan darle cierta paz cuando camina.

Mis sueño es hoy una realidad, el número 13 de mis días de habitante en este lugar solitario, me ha traido junto con la marea un regalo que es como un milagro.

Son unas botas de hombre. Están muy estropeadas, pero al lado de los harapos con los que visto mis pies ultimamente me parecen la cosa más bella del mundo.

Gracias marea. Gracias mar.

¿Quién ha dicho que el número 13 da mala suerte?"






Día 14: Petroglifos en la isla






"Hoy, en mi paseo diario de exploración he aprovechado mis botas recién estrenadas para adentrarme en una cueva.

Hasta ahora mis pies descalzos lo hacían imposible, pero con la seguridad de la goma me he sentido capaz de dejar mis miedos junto a la entrada, y me he lanzado a la oscuridad como la intrépida mujer que no soy.

Esperaba como mucho no encontrar nada, pero la isla, mi isla, está dispuesta a ofrecerme un verdadero mundo lleno de todo lo que puedo desear. Hoy he deseado ver arte y he descubierto un arte antiguo, petroglifos.

Y yo que pensaba que nadie había vivido aquí…. Me equivocaba. Los que vivieron antes que yo lo hicieron hace miles de años, en un lejano Neolítico en el que yo no era ni un mero proyecto.

Mi día 14 me ha traido un museo, lo llamaré, Arte Rupestre No. 14."






Día 15: Hoy por fín mi isla se viste de sol




Así es el sol en mi isla




"Hoy por fin el sol ha salido y en mi isla todo ha cambiado de color.

El gris se ha borrado del cielo y ahora es tan azul como el cielo de los Simpsons. La vida ha vuelto o ha despertado, no estoy segura, pero la verdad es que ahora todo brilla de una forma que no pensé que fuera posible.

Las palmeras que hace unos días se movían agitadas por terribles vientos, ahora se han convertido en un abanico que se mueve lentamente sólo para aportar un toque especial.

El mar, qué puedo decir del mar, su color verde oscuro por las aguas revueltas se ha transformado en turquesa. Es transparente como las cortinas de mi antigua habitación, es cálido y me está llamando para darme un baño.

Dejo mis huellas sobre la arena junto a mi botas, camino despacio sin mirar atrás y poco a poco me sumerjo en un paraíso denso que me recuerda al líquido amniótico que un día me dió cobijo.

Cuando se me arrugen los dedos tendré que salir. Antes no."






Día 16: Mi nuevo tesoro es azul





Mi cueva azul



"A estas alturas ya estaba casi segura de que mi nuevo hogar, la isla que ha dado forma a mi abandono, no tenía más tesoros por descubrir, pero de nuevo me he equivocado.

Hoy a media mañana, cuando nadaba detrás de lo que podía haber sido mi cena, me he alejado un poco más de la cuenta de mis zonas habituales de pesca y cuando me he querido dar cuenta estaba dentro de una cueva.

Una vez superado el primer instante de pánico, me he visto envuelta en un manto azul que se reflejaba como si de un foco artificial se tratara. Parecía todo menos real.

Me he sentido como una princesa, como una sirena nadando en el paraíso después de haber ganado las llaves del cielo. Era vivir en azul, nadar en azul, era ser azul.

Me he dejado flotar como un corcho en una tina de zinc, me he abandonado con los ojos abiertos y asi en horizontal he paseado cada centímetro de ese maravilloso lugar.

Volveré. Pero no lo haré todos los días, no, sólo ir de vez cuando. Me quedaré con este azul en las retinas, lo revivir una y mil veces y tan sólo cuando empiece a apagarse en mi recuerdo, regresaré nadando.

Creo que hay bellezas naturales tan sublimes que hay que disfrutarlas con cuentagotas."






Día 17: Mi árbol de Noni







"Hoy estaba perezosa, cansada y harta de comer pescado. No tenía ganas de moverme ni de ponerme las botas que han empezado a hacerme rozaduras en los pies.

Entre siesta y siesta en mi nueva hamaca , mi estómago me ha querido recordar que formaba parte de mi anatomía, que seguía ahí, que esos crujidos no anunciaban tormenta sino hambre.

Así que me he levantado, y descalza me he adentrado entre los árboles buscando algo nuevo. Quizás un milagro. Y buscando un regalo del cielo me he encontrado con un árbol de Noni. De repente me he acordado de la primera vez que lo probé, en Panamá, en Bocas del Toro, hace ya lo que parecen mil años.

No es que me guste su toque amargo, pero nunca viene mal un cambio de sabor."






Día 18: Ya tengo un peine





Mi peine



"Y lo que parecía un gran imposible se ha hecho real….

El día 18 de mi vida en la isla he dado forma a lo que será mi primer objeto de lujo, algo que no me quita el hambre ni me sacia la sed, algo que no me protege del frío ni de las noches de tormenta agazapada dentro de mi pequeña cabaña.

Este pequeño objeto, mi nuevo peine, va a ser mi compañero en las mañanas que me despiertan como una bruja, con mi larga melena enredada igual que las lianas de mi selva en miniatura.

Mañana me lavaré el pelo con unas hierbas que producen algo parecido al jabón, me lo secaré un poco al viento y luego antes de que pierda la humedad, lo peinaré como si fuera de porcelana. Poco a poco.

Lo único que no tengo es prisa. …"






Día 19: Hoy me siento artista





Mi primera escultura



"Si, porque hoy es hoy, un día normal, el día que cumplo 19 días en la isla que es mi estación de desembarco. Por esa razón y por ninguna otra hoy me he despertado y me he sentido artista.

Y me hubiera gustado esculpir las rocas de mis acantilados como hizo aquel sacerdote, pero no tengo herramientas ni energía suficiente, y con mi dieta extraña de tipo voy-comiendo-lo-que-pillo no creo que llegue a verme con fuerzas.

Desde la playa en la que espero que las mareas me hagan sus ofrendas, juego a imaginar que el horizonte no es tan plano, que no es una línea recta y aburrida. Y como la imaginación no da para tanto cuando solo piensas en comer algo distinto, he decidido tomar las riendas y modificar las líneas que reciben todas mis miradas.

Ahora cuando me siento en mi atalaya a nivel cero veo mi primera escultura, es sencilla, es simple, es naif, pero por primera vez soy yo quien modifica mi horizonte buscando la verticalidad."






Día 20: El porqué de mi desembarco forzado





El barco al que tuve que decir adiós



"Henry se movía con la seguridad que da el saberse un ganador y la prepotencia de tener un puesto de Contramaestre en el Caronte. Caminaba estirado, mirando al frente y sus harapos no eran un impedimento para que levantara pasiones entre las mujeres que vivíamos en New Providence.

Tropezarme con él y no bajar la mirada o al menos desviarla fue mi gran error, pero ni aun ahora que sufro los efectos de mi decisión me arrepiendo de nada.

Las razones por las que una mujer como yo estaba en un lugar como aquel, las dejaré para otro momento. Era un hervidero de ladrones, un puerto lleno de galeones que portaban banderas negras con tibias y calaveras. Un sitio nada apropiado para una dama.

No quiero contar los detalles, todavía no estoy preparada. Lo que si puedo decir es que dejé todo por Henry, abandoné a mi marido, me corté el pelo, me embarque de mozo de camarote y pasé los mejores días de mi vida a su lado.

La mala suerte se cebó con el barco y todas las desgracias llegaron de la mano. Temí lo peor. Me descubrieron. Una mujer en el barco era peor que quedarse sin munición.

Me obligaron a saltar por la borda. Pensé que sería el final pero mi destino era otro.

Y aquí estoy…."






Día 21: Mi primera barbacoa de carne







"La medida de los placeres se establece en comparación con el tiempo transcurrido desde la ultima vez que te obsequiaste con ellos.

Y como ni siquiera recuerdo el sabor de la carne, ni su textura, ni su olor, mientras me alimento cada día con el pescado que consigo robar al mar que me rodea, sueño con darme una fiesta como la que me espera esta noche.

Hoy preparado una hoguera quemando la madera que estaba destinada a otros fines, hoy no he escatimado fuego, hoy haré grandes cenizas y llevarán el sabor de la carne.

La madre naturaleza que me rodea y me cuida como si de una hija pródiga se tratara, me ha hecho una ofrenda guiándome hasta el cadaver de un mono que había dado un mal paso y al caer se había golpeado la cabeza.

He dudado mucho delante lo que hacia unos minutos era un ser lleno de vida, incluso he llorado ante la opción de enterrarlo, pero al final ha triunfado la razón, y mi estómago que me anima a sobrevivir ha dicho la última palabra.

Con los ojos rojos y las manos temblorosas lo he cortado en trocitos. Será mi cena de lujo y la comida de los próximos días.

No me siento orgullosa, todavía me noto un poco extraña pero…tengo que sobrevivir."






Día 22: Punto final. Adiós.







"Me ha costado 22 días darme cuenta de algo como ésto….

Llegué a la isla, es verdad, durante estos días he vivido ajena a la verdadera realidad. Me he comportado como si nada hubiera pasado, como si hubiera llegado aquí flotando arrastrada por las mareas.

Pero esta mañana durante mi paseo diario me he dado de bruces con una cruz y una tumba. Ambas llevan mi nombre.

Anne Bonny falleció a bordo del Caronte y fue el propio Henry el que desembarcó para darme sepultura en este lugar, en esta isla que había tomado como mi hogar.

Ahora que lo sé debo actuar en consecuencia.

Me voy de estas páginas, me quedo dormida en este precioso lugar junto a la cruz que me servirá de estandarte, hasta que el mar, mi mar, decida llevarse mi cuerpo o dejarme enterrada en la playa que hace 22 días me vio llegar.

ADIOS CABO LEEUWIN. HASTA SIEMPRE.

Anne Bonny"











Día 23: Renacimiento.





Mi despertar



"Hoy he abierto los ojos y de respente he visto que estaba viva….

Ahora sé que aquella cruz varada en la arena no era mi tumba, era un temporizador imaginario, un lugar de reposo para dejar pasar el tiempo. Y el tiempo ha pasado pero el marcador de mi isla sólo indica un nuevo día, un 22+1.

Hoy en el día número 23 de mi cautiverio con vocación de regalo disfrazado, he vuelto, he despertado. Estoy aquí de nuevo.

Anne"






Día 24: Ya tengo terraza... y de conchas





Ya tengo terraza



"Mi despertar ha sido como recuperar la primavera, como esperar su llegada de pie en lugar de quedarme tumbada.

Las tormentas caídas en mi ausencia corporal han hecho destrozos en mi isla, el viento, la lluvia, más viento y quizás olas gigantes han barrido mi antigua cabaña. Tendré que empezar desde un nuevo cero, un cero plus.

Y hoy con el sol que me ha golpeado con su calor, que ha dado un nuevo toque a mi piel blanquecina, me he puesto manos a la obra para dar rienda suelta a mi espíritu que permanecía dormido.

He recogido conchas enormes que no me explico de donde han salido, las he limpiado a conciencia para evitar la presencia de ocupantes con patas y he diseñado mi propio jardín.

Una valla de conchas sobre un mar que podría ser de cesped, pero que prefiere su estado acuoso."






Día 25: Aprendiendo a comer algas





Mi nueva dieta... algas



"El estado de la mar no me permite ni acercarme al agua, tengo miedo de entrar con mi tela aprendiza de red y ser arrastrada por las aguas mar adentro.

El destino tampoco ha vuelto a ponerme monos al alcance para volver a los viejos tiempos de las barbacoas de carne, asi que no me ha quedado más remedio que probar algo nuevo.

Algas, hierbas babosas y mal olientes, que no dudo que estarán llenas de nutrientes pero que aun así darán un descanso a mi paladar saturado de coco.  El primer intento ha terminado sobre la arena, las he vomitado directamente….

El hambre agudiza el ingenio y si tengo en cuenta que mi hambre ya no es medible porque se sale de las escalas, he preparado una ensalada, entre comillas, ….

Algas verdes gelatinosas con sabor a pescado podrido, coco rayado para cambiar la textura y un toque final con la fruta insípida de mi descubrimiento anterior, el noni.

Resultado: Prueba conseguida. Me lo he tragado todo. Vómitos: Cero

Mi aprendizaje en el mundo de las algas ha comenzado."






Día 26: Domingo de excursión a isla vecina





Mi isla vecina



"He pasado una noche rara, he abierto los ojos cincuenta veces y los he vuelto a cerrar cuarenta y nueve, la última vez se han quedado abiertos y me he levantado.

Mi eterno estómago vacío no se ha sentido solo, esta mañana estaba acompañado y casi oculto entre mis dolores en las piernas, mis lumbares destrozadas  y otras zonas corpóreas que ni siquiera sabía que existían dentro de mí.

Le he echado la culpa a este montón de hojas que llamo colchón, también a mi alimentación de dudoso equilibrio pero sobre todo creo que estoy pagando los efectos de la construcción de mi terraza de conchas.  Da igual, ha merecido la pena.

Domingo soleado y con el mar en calma. La única isla que rompe mi horizonte y a la que siempre miro para cortar líneas rectas me estaba llamando a gritos. Vamos Anne, mete los pies en el agua y empieza a nadar.

Sin pensarlo dos veces me he acercado, me he lanzado al mar y he nadado, he cerrado los ojos y sin parar de mover los brazos y las piernas he visualizado un yo sin dolor, un yo capaz de llegar nadando a mi isla vecina, un yo fuerte sin hambre y sin dolores repartidos como un tablero caótico por todo mi cuerpo.

He llegado pronto. Es un islote diminuto lleno de vegetación y con pequeñas cuevas  que visitaré mañana.

Es un lugar pequeño pero es mi pequeño lugar. Me siento más sirena que ave voladora …

Anne (desde isla vecina)"






Día 27: Un burro llamado Martes





Martes, mi nuevo descubrimiento



"Nunca pensé que por estas latitudes existieran este tipo de animales viviendo salvajes en medio de un islote, pero la realidad supera siempre lo que damos por hecho.

Tras mi excursión a Isla Vecina volví descansada, como si una noche fuera de mi isla sirviera para cambiar mis puntos de vista, para hacerme ver las cosas de otra manera. Y es que ver tu hogar desde fuera te abre la mente más rápidamente que un corte en la frente.

Volví con más hambre, con el pelo más rubio y con una balsa improvisada para transportar a mi nuevo compañero, Martes, que no se como pudo sobrevivir en Isla vecina hasta mi llegada.

Martes es un burrito que está en los huesos, es dulce como el algodón aunque no esté vestido de blanco y como era de esperar, le tiene tanto miedo al agua como a las pulgas que campan a sus anchas por todo su cuerpo.

Mi gato Viernes se ha declarado en rebeldía, no se dónde está aunque sospecho que me espía hasta que me haga digna de su atención. Los gatos al parecer no olvidan que sus dueños desaparezcan sin previo aviso.

Empieza la aventura de conseguir que Martes engorde un poco…..¿ A los burros les gusta el coco?






Día 28: Un reloj pintado en mis pies





Mis pies pintados son un reloj de sol



"El cambio horario ha llegado también hasta mi isla, y es raro que la medida del tiempo tenga sentido en un lugar como éste.

¿Para qué medir el tiempo cuando dispones de él como de un mineral inagotable? ¿Para qué controlar su paso?

He decidido que para mí y para mi vida en la isla necesito saber con cierta exactitud en que hora del día me encuentro. Es la única forma de no dejarme llevar por la pereza y la dejadez que luchan por hacerse un hueco amplio dentro de mi.

No tengo reloj ni otras formas de reconocer las horas con la ayuda del sol, no tengo paredes ni se como hacer uno para que el astro rey me ayude a medir, asi que, he diseñado un sistema nuevo.

He pintado un reloj en mis pies con la henna que yo misma fabrico. Es una joya que tengo que retocar cada cierto tiempo.

Mi reloj va siempre conmigo, camina a mi lado. ¿No es genial?




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